domingo, 16 de junio de 2013

EL TIPO DE CAMBIO NOMINAL

Leía el siguiente titular “El dólar cayó un 0.22% en la semana” del diario de negocios de mayor circulación de Perú en su edición online del sábado 15, líneas abajo decía: “El sol ganó un 0.44% a 2.723 / 2.724 unidades (cotizaciones al término de las operaciones del viernes 14), frente a las 2.730 / 2.736 unidades por dólar del jueves…”, luego sostenían: “Pero en lo que va de 2013, la moneda peruana acumula una caída del 6.74%...”.

Lo primero que debe observarse es que los tres valores porcentuales están referidos a horizontes de tiempo distintos, el primero hace referencia a la variación del valor de las monedas en una semana, el segundo a un día y el tercero en los más de cinco meses que han transcurrido del presente año.

Lo segundo, es que las variaciones del 0.22% y del 0.44%, expresan conceptualmente lo mismo, cuando dicen que el dólar cayó y el sol ganó respectivamente, están diciendo que la moneda extranjera se depreció o perdió valor y la moneda nacional, en cambio, se apreció o subió de valor. Sin embargo, el dato del 6.74% nos está diciendo lo contrario, que en un horizonte mayor de tiempo la moneda nacional se depreció o perdió valor. Ahora, en el contexto de la publicación, cuando una moneda gana o pierde valor lo esta haciendo en términos de otra moneda, es decir, se están refiriendo al tipo de cambio, y a su valor nominal, por que se expresa en unidades monetarias, independientemente si son soles o dólares.

Para entenderlo debemos saber que el tipo de cambio suele expresarse como el precio de la moneda extranjera en términos de la moneda nacional, es decir, tratándose de Perú, el tipo de cambio es el precio del dólar en términos de soles, si el tipo de cambio fuera de 2, significaría que un dólar debe intercambiarse por S/.2.00.

Pero también podríamos referirnos al tipo de cambio como el precio de la moneda nacional en términos de la moneda extranjera, unidades de dólar por una unidad de sol, que para el caso del ejemplo anterior sería 0.50 (1 / S/.2.00) dólares por S/.1.00, si ahora completáramos el dólar este deberá cambiarse por el doble, es decir por S/.2.00, exactamente el mismo precio que el tipo de cambio de soles por un dólar. En resumen, podemos expresar el tipo de cambio indistintamente como el precio de la moneda extranjera en términos de la moneda nacional o el precio de la moneda nacional en términos de la moneda extranjera.

Ahora, si expresamos el tipo de cambio de soles por dólar y este sube de S/.2.00 a S/.2.50, diremos que el dólar se está encareciendo, fortaleciendo o apreciando, por que si deseamos desprendernos de un dólar exigiremos que nos entreguen más moneda nacional. Pero también podríamos decir que el sol se está abaratando, debilitando o depreciando, precisamente porque debemos entregar más soles, es decir nuestros S/.2.00 originales ya no compran un dólar y debemos dar 0.5 más de soles para hacernos de un billete verde de un dólar, decimos entonces que el sol se ha depreciado.

Si conceptualmente es lo mismo decir que cuando el dólar se aprecia el sol se deprecia o cuando el dólar se deprecia el sol se aprecia, no es lo mismo tratándose de su cálculo, porque la depreciación tiene como piso el cero y la apreciación tiene como límite el cielo. A esta altura ya debe saber que apreciación hace referencia a suba de precios cuyo límite es el cielo, porque los precios pueden subir hasta la estratósfera, y depreciación a disminución de precios cuyo piso es cero, porque usted no esperará pagar  S/.1.50 por la compra de algún bien, los precios no pueden ser negativos.

Observémoslo inicialmente con nuestro tipo de cambio de S/.2.00 por dólar, cuando este sube a S/.2.50, y como la unidad que se está midiendo es el dólar, debemos decir que este se apreció en 25% (2.50 / 2.00 - 1). Si ahora midiéramos el tipo de cambio de dólares por un sol, diríamos que S/.2.00 por dólar es lo mismo que 0.50 dólares (50 centavos de dólar) por S/.1.00 y que S/.2.50 por dólar es lo mismo que 0.40 dólares (40 centavos de dólar) por S/.1.00, y como estamos midiendo una unidad de sol diremos que éste bajó de precio, de 50 a 40 centavos de dólar, es decir una depreciación del sol del 20% (0.40 / 0.50 – 1).

Como lo dijimos, si bien conceptualmente una apreciación del dólar es lo mismo que una depreciación del sol, no lo es cuantitativamente, porque una apreciación del dólar del 25% no es definitivamente una depreciación del sol del 20%, porque las bases de medición son distintas. Para poner otro ejemplo, si el dólar se aprecia en 150%, no vamos a decir que el sol se deprecia en 150%, es decir, no existe nada que pierda valor más allá del 100%, está fuera de lógica.

En relación a lo publicado por el diario, cuando se afirma que el sol se apreció 0.44% al ser la cotización compra / venta del dólar del viernes 14 de 2.723 / 2.724 menor a su cotización del día anterior de 2.730 / 2.736, se está asumiendo que la unidad de medida es el sol, y no el dólar como a primera vista parece ser al utilizarse el tipo de cambio de soles por dólar. Veámoslo, cuando el precio del dólar venta baja de 2.736 a 2.724, se está produciendo una depreciación del dólar de 0.438% (2.724 / 2.736 – 1). Si midiéramos ahora la apreciación del sol, diríamos que el tipo de cambio de dólares por un sol pasa de 0.365 (1/2.736) a 0.367 (1/2.724), es decir, se registra un aumento del precio del sol o una apreciación del 0.44% ((1/2.724) / (1/2.736) – 1  o  2.736 / 2.724 – 1), que es el valor que registra el diario. 

Usted dirá que la depreciación del dólar del 0.438% es aproximadamente igual a la apreciación del sol del 0.44%, y no le falta razón, esto es cierto para variaciones pequeñas del valor de las monedas, que suelen darse en horizontes de tiempo muy cortos como de un día para otro, pero para variaciones mayores como el pasar de un tipo de cambio de S/.2.00 a S/.2.50 la historia es diferente como hemos visto, por ello debemos tener mucho cuidado cuando nos refiramos a variaciones mayores que suelen registrarse en horizontes de tiempo más prolongados.


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domingo, 2 de junio de 2013

LA TRAMPA DE LA LIQUIDEZ

Cierta vez ocurrió una reunión de herramientas de trabajo para disipar sus diferencias. El martillo, quién la presidía, fue vetado para seguir conduciéndola, quienes se oponían – entre ellos el tornillo - alegaron que este hacia mucho ruido y golpeaba fuerte, por lo que le resultaba difícil lograr el consenso, el presidente martillo aceptó su retiro, pero antes de dejar su cargo sugirió que el tornillo no debería ser quien conduzca la reunión, porque le daba muchas vueltas a sus decisiones. En seguida alguien propuso a la lija como nuevo presidente, inmediatamente el tornillo manifestó su desacuerdo, aduciendo que esta era demasiado áspera y que lo que realmente necesitaban era a alguien que manejara las cosas con mucho tacto y midiera adecuadamente sus acciones, en eso salió a flote una nueva propuesta; el metro, quienes lo propusieron dijeron que era el más adecuado para esa función, sus detractores por el contrario dijeron que no, porque se la pasaría evaluando las medidas de los demás.  

En eso entró el carpintero y empezó a trabajar sobre un mueble de madera, utilizando el martillo, el tornillo, la lija y el metro, una vez concluida su tarea se retiró. Inmediatamente empezó de nuevo el debate entre las herramientas, pero esta vez el serrucho tomó la palabra, diciendo: “Señores ha quedado demostrado que todos somos necesarios para el carpintero, por lo que dejemos de ver nuestras diferencias”, seguidamente todos se dieron cuenta que lo mejor era trabajar juntos y en consecuencia dejaron de preocuparse en saber quién era el más importante.

Esta metáfora nos ilustra que un Banco Central, al igual que el carpintero, utiliza una variedad de herramientas o instrumentos cuando conduce la política monetaria de un país, entendida esta como la acción deliberada conducente a lograr sus objetivos en materia de inflación y producción. La tasa de interés es quizás la más usada de las herramientas por un Banco Central, su propósito es influir principalmente sobre la demanda de dinero de los consumidores e inversionistas, llamados agentes económicos.

La importancia de la tasa de interés obedece a que cuando uno desea aumentar su gasto en consumo e inversión, por una vía distinta al esfuerzo de su propio trabajo, lo hace solicitándolo en préstamo, y allí la conveniencia es que la tasa de interés sea baja, promoviendo un mayor endeudamiento, esta relación inversa entre el gasto y la tasa de interés es crucial para la economía, y tiene lugar en lo que los economistas hemos dado por llamar mercado de bienes. Ahora, cuando la economía se encuentra en su ciclo recesivo, es decir, cuando los niveles de producción están por debajo de la capacidad potencial del país, el Banco Central por mandato constitucional o por necesidad práctica suele abaratar el costo del dinero bajando la tasa de interés e induciendo a un mayor gasto privado de los agentes. El éxito de esta medida dependerá de la sensibilidad o reacción del gasto privado a la tasa de interés, mientras más baja sea esta sensibilidad menor será el aumento del gasto ante una reducción de la tasa de interés, y en consecuencia menor será el impacto del gasto en una mayor producción.

Para entender como se determina la tasa de interés en la doctrina neoclásica de la economía  – que después influirá en el gasto - pensemos en el dinero como efectivo o como un activo financiero que facilita realizar transacciones, pero que no rinde intereses por ser la expresión más pura de liquidez, es decir, ya no tiene necesidad de convertirse en dinero, porque ya lo es, y en consecuencia no tiene que ser compensado con ningún interés, como sí lo tendrían que ser otros activos como los bonos o depósitos bancarios, que aunque estén expresados en unidades monetarias no son “dinero” para nuestros propósitos, y que además no tienen la capacidad de realizar transacciones, usted por lo general no podría pagar sus compras, como un corte de cabello, con bonos o depósitos.


También es cierto que quienes tienen dinero o efectivo estarán dispuestos a desprenderse del mismo, depositándolo en algún banco o comprando bonos, cuando la tasa de interés sea alta, por un tema de costo de oportunidad, y retenerlo o demandarlo en sus bolsillos o bajo el colchón cuando la tasa de interés sea baja, por una cuestión de costo de suela de zapato, pues, no tendría mayor sentido tener un depósito bancario cuando su rendimiento o tasa de interés es baja. La intensidad de esta relación inversa dependerá de la sensibilidad de la demanda de dinero o efectivo con respecto a la tasa de interés, si esta es muy alta bastaría una pequeña reducción de la tasa de interés para aumentar fuertemente la demanda de dinero.

Asimismo, esta demanda de dinero por parte de los agentes debe corresponder con su oferta, la cual es suministrada por el Banco Central, en consecuencia es en el mercado de dinero donde se determina la tasa de interés por interacción entre su oferta y demanda, como el precio de cualquier otro bien, aún cuando lo narrado es relevante, no podemos dejar de mencionar que los partidarios de la escuela austriaca de economía sostienen que la tasa de interés no se establece en el mercado de dinero, que su determinación es producto de la relación intertemporal entre el ahorro, que es el no consumo, y la inversión, y lo que se determina realmente en el mercado de dinero es su poder de compra y no la tasa de interés.

Sigamos con el razonamiento inicial y veamos su importancia, cuando un Banco Central busca aumentar el gasto para así aumentar la producción, una de las cosas que suele hacer es aumentar su oferta de dinero, el efecto en el corto plazo es que la oferta superará a la demanda, activándose fuerzas que empujarán a las tasas de interés hacia abajo, pero si la sensibilidad de la demanda de dinero es muy alta, esta absorberá inmediatamente esta mayor oferta o emisión de dinero con un impacto menor en la tasa de interés, y en consecuencia el impacto sobre el gasto y la producción también será menor. Por el contrario si esta sensibilidad de la demanda de dinero fuera muy baja, se requerirá una mayor reducción de la tasa de interés para que esta absorba la mayor oferta, siendo su impacto mayor sobre el gasto y la producción.


En un caso extremo, si la sensibilidad de la demanda de dinero es infinitamente alta a la tasa de interés al grado que adsorba cualquier incremento de la oferta de dinero, no habrá ningún efecto sobre la tasa de interés y el impacto sobre el gasto y la producción será nulo. A este evento los economistas le llamamos Trampa de la Liquidez, para hacer saber que un Banco Central deja de hacer política monetaria en su forma tradicional, es decir, influenciar en el gasto y la producción a través de la tasa de interés.

Si bien es cierto que este evento fue ilustrado por el economista inglés John Maynard Keynes en su obra Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero de 1936, para algunos el más influyente del siglo XX, no pasó de ser un ejercicio teórico, hasta que algunos economistas como el también influyente Premio Nobel de Economía del 2008 Paul Krugman lo revitalizó en la década de los 90s al señalar que la economía de Japón había caído en una trampa de liquidez, de la que aún está tratando de salir.

En aquella época Japón, como hoy los Estados Unidos y Europa, se encontraba con tasas de interés de corto plazo cercanas a cero, por lo que no había espacio para reducirlas más, puesto que estas no podrían ser negativas, por lo menos no en teoría, usted no esperaría depositar US$1,000 dólares para retirar después US$.900, no sería racional que desee que su Banco le remunere -10% de lo que usted depositó, en consecuencia cuando las tasas de interés se encuentran cercanas a cero decimos que la política monetaria es inefectiva, que ha caído en una trampa de liquidez, pues no puede reducirlas más. Sin embargo, si bien los Bancos Centrales no pueden utilizar la tasa de interés como herramienta para expandir la demanda agregada, han diseñado un conjunto de otros instrumentos no convencionales, como la emisión masiva de dinero, llamada Quantitative Easing (QE) o flexibilización cuantitativa, que ha facilitado un financiamiento barato. La idea es que una mayor emisión impacte en la riqueza financiera de los agentes, fundamentalmente a través del mercado accionario, el supuesto descansa en asumir que el consumo no solo depende del ingreso disponible sino también de la riqueza financiera, y si esta aumenta también lo hará la demanda y en consecuencia la producción.


Por último, la trampa de la liquidez también ha empujado a algunos países a buscar niveles de inflación un tanto más elevadas para hacer de sus tasas de interés reales negativas y de este modo incentivar un mayor consumo e inversión y así evitar la deflación, por tanto, así como un carpintero dispone de muchas herramientas de trabajo, un banquero central también ha diseñado las suyas, lo que lo diferencia es que el carpintero sabe las consecuencias del uso de sus herramientas, mientras que el banquero solo puede estimar y desear que no sean perniciosas para la economía.


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