viernes, 22 de febrero de 2013

LA TASA DE INTERÉS REAL

Cuando usted compra una casa o un depósito a plazo fijo esta postergando su consumo actual por uno futuro, se está privando de consumir actualmente a costa de hacerlo mañana, este “sacrificio” exige que reciba alguna compensación, que para el caso de la vivienda se materializa cada vez que usted disfruta de su hogar a través del tiempo, en referencia al depósito de dinero el resarcimiento por el retraso del consumo viene dado por el pago de un interés, producto de aplicar una tasa de interés, en ambos activos usted ha realizado un aporte de recursos en el presente para obtener un beneficio en el futuro, es decir, ha realizado un acto de inversión, sin embargo, ambas inversiones no son iguales, lo que las diferencia es el grado de liquidez de sus activos, entendamos por liquidez la facilidad con la que un activo se convierte en dinero, la casa en sí misma es menos liquida que el depósito a plazo, debido a que resultará más complicado vender la vivienda que es un bien físico o real que exigir al intermediario financiero la devolución del dinero depositado. Por tanto, podemos concluir que cuando compramos una vivienda estamos realizando una inversión real frente a una inversión financiera cuando realizamos un depósito de dinero, no piense que lo tangible hace que una inversión sea real y por consiguiente lo que no se puede palpar debe ser una inversión financiera, nada más lejos de la realidad, sino observemos los mercados de metales como el oro, que son tangibles pero que jamás serán inversiones reales o físicas, es la liquidez y no lo tangible lo que las diferencia. 

Ocupémonos de la inversión financiera, hemos dicho que a esta se le exige una compensación o un interés, sin embargo, la exigencia de una tasa de interés debe compensar no solo el sacrificio de no consumir ahora, si no que por lo menos nos permita consumir lo mismo que cuando realizamos la inversión, a esto se le llama tasa de interés real, que puede representarse aproximadamente como:

Donde:
rn = Tasa de interés real en S/
in = Tasa de interés nominal en S/
π = Tasa de inflación

La tasa de interés real puede ser positiva o negativa, es positiva cuando la tasa de interés nominal es mayor a la tasa de inflación y es negativa cuando sucede lo inverso, si la tasa de interés real es positiva, el depósito de dinero puede comprar más bienes al final de la inversión que al inicio, beneficiando a su propietario, pero si es negativa el depósito al final comprará menos bienes que al inicio, perjudicando a su tenedor, por lo que el concepto de interés real es lo que ciertamente importa y es en función a ella sobre la que se toman decisiones. Si para un depositante, prestamista o agente superavitario le es conveniente afrontar tasas de intereses reales positivas, para un prestatario, deudor o agente deficitario no lo es, puesto que estaría devolviendo más bienes al final que al inicio del préstamo, en cambio, si le favorecería una tasa de interés real negativa puesto que devolvería menos bienes al final de los que le prestaron, esto es así, puesto que a diferencia del depositante, el prestatario o deudor adelanta el consumo en desmedro de su consumo futuro, por lo que le convendrá devolver menos bienes a futuro de lo que le prestaron cuando tomó la deuda, y esto solo se consigue con tasas de interés reales negativas. Es decir, tasas de interés reales negativas o tasas de interés reales cada vez menos positivas inducirán a los prestatarios a solicitar mayor endeudamiento.

En el marco de este análisis recientemente el Banco Central del Reserva del Perú (BCRP) ha reducido nuevamente su tasa de interés de referencia llevándola al nivel del 3%, desde un máximo del 6.5% a septiembre del 2008. Su decisión se sustenta en un indicador de inflación cada vez menor, de un 6.7% anualizada a diciembre del 2008 a un 4.2% a mayo de este año, sumada a su vez por una menor expectativa inflacionaria y a un menor ritmo de la actividad económica, lo que hace presumir que a fin de este año estaremos dentro del rango meta de inflación del BCRP entre el 1% y el 3%, definitivamente la tasa de interés real de referencia se esta haciendo cada vez menos positiva e incluso podría ser cero si adoptamos el valor superior del 3% del rango meta de inflación, con lo cuál estarían induciendo a un endeudamiento mayor, no se cree posible que la tasa de interés de referencia alcance tasas negativas, por que un costo demasiado barato del dinero generaría algún tipo de burbuja con consecuencias dañinas en su estallido, por lo que el Banco Central estaría por pausar su tasa de referencia alrededor de la meta del 2% de inflación.

Este mismo análisis podemos extenderlo a los depósitos o préstamos en moneda extranjera, sepamos que la tasa de interés real expresada en moneda nacional de un activo o pasivo en moneda extranjera esta influenciada además del efecto de la inflación por el efecto de la variación del tipo de cambio nominal, siendo su expresión aproximadamente la siguiente:

Donde:
rnx = Tasa de interés real valorada en S/.
ix   = Tasa de interés nominal en US$.
∂    = Tasa de apreciación o depreciación nominal de la moneda extranjera.
π   = Tasa de inflación

Supongamos que la tasa de inflación esperada (π ) sea relativamente baja y la tasa de interés en dólares ( ix ) se encuentre constante, en estas condiciones una apreciación (∂ ) de la moneda extranjera, es decir, más unidades monetarias por dólar encarecería la tasa de interés real esperada, con el consiguiente perjuicio para los prestatarios o deudores en moneda extranjera, el efecto sería el inverso si la moneda extranjera experimenta una depreciación, menos unidades monetarias doméstica por dólar, en este caso el deudor se beneficiaría al reducirse la tasa de interés real. Por consiguiente, cuando la tendencia es hacia una apreciación de la moneda nacional o a una depreciación nula o muy leve, existiría mayor incentivo a endeudarse en moneda extranjera al ser la tasa de interés real, en número de bienes, menor o al menos igual al final de la operación que al inicio.

Estadísticamente la moneda nacional mostró una tendencia depreciatoria en el segundo semestre del 2008 hasta febrero de este año, tendencia que se revirtió a partir del mes de marzo, llevando a muchos expertos a revisar sus pronósticos de tipo de cambio hacia la baja para fines de este año. Si a esto le agregamos que las tasas de interés en moneda extranjera se han venido reduciendo producto de tasas internacionales cada vez más bajas, no resultaría extraño un repunte en la demanda de créditos en moneda extranjera, por lo menos a plazos cortos. Por tanto, podríamos sospechar un mayor dinamismo en las colocaciones y una recomposición del portafolio de la cartera de préstamos, con cierto sesgo a las colocaciones en moneda extranjera por lo menos en las operaciones de corto plazo, sin embargo, no se cree posible que esto anule el impacto de un menor crecimiento económico sobre la cartera de créditos de los intermediarios financieros.

Publicado en la Revista Digital Estrategia & Finanzas de Caja Tacna en 06/2009
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LA MALDICIÓN DE LA ABUNDANCIA

“La economía venezolana es altamente dependiente del petróleo....debía haberse diversificado desde hace muchos años....pero lo que ha hecho el gobierno actual es depender del petróleo mucho más que antes”, afirmó Francisco Rojas, profesor de desarrollo económico de la Universidad Rafael Belloso Chacín de Venezuela. Uno puede extender la apreciación de Rojas verificando que el 80% de los ingresos del presupuesto de Venezuela derivan del petróleo y que este representa el 75% del total de sus exportaciones.

Las economías como Venezuela que tienen grandes dotaciones de recursos naturales – fundamentalmente minerales, gas natural y petróleo -, suelen registrar bajas tasas de crecimiento económico y niveles de ingreso muy por debajo de aquellos países que no los tienen, desde unos US$100 de ingreso per cápita en algunos países de África subsahariana con muchos recursos naturales hasta más de US$40,000 en economías avanzadas pero con escasez de recursos.

Es la “maldición de la Abundancia” que algunos economistas identifican como explicación geográfica del desarrollo de las naciones. El argumento del enfoque geográfico descansa en que la abundancia entorpece a los agentes económicos y a los gestores de política, empujándolos al facilismo del menor esfuerzo. Sostienen sus partidarios que el mecanismo de transmisión se da a través del escaso eslabonamiento de las actividades extractivas o bajo valor agregado y a prácticas rentistas, que hacen menos urgente la necesidad de agenciarse de otras fuentes de ingresos, como el financiamiento del presupuesto de Venezuela.

La existencia de esta relación causal, más recursos naturales más pobreza, o por el contrario menos recursos más desarrollo, puede no ser del todo válida, por que algunos, como los partidarios del enfoque institucional, pueden sostener – con mucha razón- que el éxito de las economías no depende de la bendición de la naturaleza, si no del esfuerzo y el trabajo de sus nacionales en construir instituciones que sostengan la infinidad de interacciones de sus miembros. La evidencia empírica ha demostrado la fortaleza de este postulado y también el escaso efecto de la naturaleza en el desarrollo de las naciones, no anulando por completo su participación. Esto significa que las economías pueden mejorar su desempeño económico reforzando su institucionalidad, aquel conjunto de normas explícitas que facilitan la tolerancia y la convivencia, en forma equitativa e imparcial.

¿Algún país habrá escapado a la maldición de los recursos?, podría enumerar algunos pero que creo que bastará con mencionar a nuestro vecino, Chile, país que ha sabido administrar la dotación que le ha brindado la naturaleza, además de haber diversificado su economía y hacerse cada vez menos vulnerable a la volatilidad del precio del cobre. Por muy simple que pueda parecer, la idea detrás de esto es muy antigua; no poner jamás los huevos en una misma canasta. La diversificación es sinónimo de reducción del riesgo y de menos vulnerabilidad. Esta es una razón más que suficiente para firmar tratados de libre comercio o TLCs con otras naciones, debemos aprender que parte del éxito no sólo se debe a la naturaleza, o al fortalecimiento de instituciones, si no también a la integración en general, por que nos permite involucrarnos en la economía mundial.

No es necesario referirse al entorno macro y conceptual para entender lo pernicioso que puede ser la abundancia de recursos, basta con observar las implicaciones del “boom” de ingresos del tesoro nacional debido al crecimiento económico de nuestro país. Un Estado esta condenado por la maldición de la abundancia cuando no tiene capacidad de ejecución, cuando busca saltar instrumentos de eficiencia y control como el sistema nacional de inversión pública (SNIP) para facilitarse el gasto, y que cuando lo ejecuta se hace evidente la corrupción o la negligencia.

En consecuencia, los efectos microeconómicos de la maldición de la abundancia de recursos son la ineficiencia del gasto, la resistencia a las ideas, las gerencias ineficaces, la poca necesidad de recaudar impuestos de fuentes permanentes y el desplazamiento de actividades que pueden ser desarrolladas por el sector privado y que elevan el costo de su uso alternativo o de oportunidad para la sociedad. Después de todo, si hay algo incuestionable es que no hay mayor maldición que la intolerancia al cambio.

Publicado en el Diario La Región el 08/03/2007
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LA FLEXIGURIDAD

El Instituto Peruano de Economía (IPE) señala “ La legislación laboral en EEUU es más flexible que en la Unión Europea (UE) y el resultado es que en el primero las tasas de desempleo son menores. ¿Cuál es la diferencia? Pues que en EEUU el mercado laboral se entiende como un mercado competitivo en donde trabajadores y empleadores son tomadores de precios y el gobierno no interviene. Al Perú no le conviene una LGT (Ley General de Trabajo) rígida como la que está en el congreso”. Para validar su sentencia presentan las cifras de desempleo de EEUU (6.3%) y de la UE (8.3%) para el año 2002 y un proyectado para el 2007 de 5.5% y 7.7% respectivamente.

Si usted pudiera conversar con algunos de los cientos de peruanos que hacen fila todos los días en algunas de las embajadas extranjeras en el país para averiguar la razón de su partida, estoy seguro que no se sorprendería con la respuesta, que al unísono sería, para mejorar el nivel de vida, es decir, en su mayoría para buscar empleo. Penosamente nuestra legislación laboral alienta la emigración de mas nacionales por ser demasiado rígida, como lo sostiene el IPE, al impedir la creación de mas empleos formales.

Pero esta rigidez laboral, que viene desde la década de los 70s, entraña también la necesidad de protección contra el desempleo de quienes tienen la “suerte” de tener uno. Por un lado se busca que el mercado de trabajo sea más flexible, permitiendo a los empleadores una mayor libertad para contratar y despedir trabajadores, y por el otro una protección social al trabajador contra esa libertad, es un dilema ético, los derechos de unos frente a los de otros. Usualmente los economistas lo interpretamos como un trade off – intercambio – en el que no se pude alcanzar ambos objetivos en aparente conflicto, sin embargo, se hace indispensable buscar un nivel que incentive la creación de más empleo en un mercado demasiado rígido, y que solo el tiempo dirá si fue el correcto.
 
Parece que los daneses lo encontraron cuando desarrollaron su modelo de mercado de trabajo que se conoce con el nombre de “flexiguridad”, donde el empleador puede despedir libremente y en el que la protección al trabajador no es hacia su puesto de trabajo, sino a las prestaciones sociales que goza cuando pierde su empleo, prestaciones que van desde un generoso seguro de desempleo, que es alrededor del 80% del sueldo de quien se queda sin trabajo, hasta un programa de conversión laboral para reinsertarse al mercado. El modelo ha ocasionado una euforia de contrataciones en Dinamarca, su tasa de desempleo se ha venido reduciendo desde un 11% aproximadamente en 1995 a un 4.4% en el verano del 2006, muy por debajo del resto de países europeos que vienen sufriendo de un desempleo crónico.

¿Cómo comprobar la rigidez al despido que desincentiva la creación de más empleos?. En economía existe una relación que se conoce con el nombre de Ley de Okun, en la que se relaciona la variación del desempleo con la tasa de desviación del crecimiento de la producción respecto a su potencial. En palabras sencillas, es una relación entre variaciones del desempleo y la producción, uno puede esperar que cuando la economía crece, es decir, cuando produce más, el desempleo deba reducirse o incrementarse el empleo que es lo mismo, por que esa mayor producción requerirá mas trabajadores. El mismo razonamiento se da cuando la economía decrece, es decir, deberá aumentar el desempleo o reducirse el empleo, por que no se requerirá mas trabajadores debido a que se está produciendo menos.

También puede entenderse esta relación como un grado de sensibilidad –los economistas la llamamos elasticidad - entre el empleo y la producción. Así, si no hay mayor variación o sensibilidad del empleo cuando varía la producción estamos ante una rigidez del empleo. La razón es simple, los empleadores no estarán dispuestos a contratar a más personas cuando la producción aumente, por que les resultará difícil despedirlas cuando la producción disminuya, preferirán entonces trabajar a doble turno con los trabajadores existentes o aumentar su destreza para elevar su productividad.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó en el 2004 elasticidades o sensibilidades entre el empleo y la producción, obteniendo el Perú una de las más bajas de toda la región, evidenciando una legislación laboral bastante rígida que no fomenta la creación de nuevos puestos de trabajo. Esta conclusión fue reforzada en el informe de ese mismo año del Doing Business (haciendo negocios) en el que Perú obtuvo un índice de rigidez del empleo de 55, por encima del promedio de la región que fue de 44.

Por último, ¿Recoge la LGT que se esta discutiendo en el congreso la rigidez laboral, la “flexiguridad” y la desesperanza de millones de peruanos que no gozan de beneficios sociales por estar inmersos en la informalidad y el desempleo?, o ¿Se pretende legislar para una minoría de peruanos?, al parecer no se esta en búsqueda de aquel nivel que optimice los recursos de la sociedad.

Publicado en el Diario La Región el 02/04/2007
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LA ECONOMÍA ÓPTIMA

Timothy Heyman, un exitoso profesional inglés en materia de inversiones, sostiene que los mercados financieros tienen un comportamiento similar al del turón de Noruega o lemming en inglés, un pequeño roedor de los países nórdicos que tienen dos características muy marcadas. Primero, su alta tasa de fecundidad, un par de ellos se reproducen cada seis meses y en cinco años llegan a ser 1,024 roedores. Segundo, su tendencia al suicidio, cuando llegan a un gran número de turones por razones que aún no terminamos de entender, se dirigen hacia al mar y terminan suicidándose.

Al igual que el lemming, una sociedad tiende al suicidio cuando se aparta del contexto de una economía óptima, aquella que conjuga en equilibrio la interacción de las fuerzas del mercado y la democracia, de la economía y la política. Este nivel de equilibrio no es estático, y no se determina a través de un número, es mas fácil observarlo identificando las fuerzas que nos alejan de ella.

Para entenderlo no es necesario referirnos a otras realidades, basta con observar las fuerzas que determinaron el desempeño volátil de rentabilidad de la Bolsa de Valores de Lima durante el proceso eleccionario presidencial del 2006. Las explicaciones fueron diversas, desde la coyuntura internacional hasta el efecto de las encuestas electorales. Lo cierto es, que fue la política la principal fuerza que estuvo detrás de la volatilidad de las expectativas de los inversionistas, esto no es una novedad si somos conscientes del clima electoral que vivíamos. Sin embargo, si debería de preocuparnos si nos viéramos en el espejo bursátil de Chile, que registró durante el 2005 – año electoral – una rentabilidad y volatilidad mucho menor.

Pero, no solo fue en la bolsa donde reinó la incertidumbre de la política o el desequilibrio de la economía óptima, también se sintió en el mercado cambiario. La volatilidad del tipo de cambio obligó al Banco Central de Reserva (BCR) a salir en los primeros meses del año 2006, después de tres años, a colocar Certificados de Depósitos Reajustables (CDRs) a la variación de la Moneda Extranjera, con el propósito de aminorar las expectativas de aquellos que estimaran que un tipo de cambio mayor les ocasionaría un pérdida.

También hubo quienes especularon con el billete verde aumentando su demanda, el BCR no solo vendió CDRs, también vendió dólares y elevó la tasa de interés de referencia para reducir la brecha entre el rendimiento en soles y el rendimiento en dólares de los Estados Unidos. Una brecha menor frenará las expectativas de un tipo de cambio mayor. A ese momento, el BCR ya había utilizado los tres instrumentos que tiene para evitar que el precio del dólar continuara subiendo.

Deberíamos preguntarnos, ¿Por qué importa la volatilidad del precio del dólar? o ¿Cómo nos afecta la rentabilidad de la bolsa?. Las respuestas no dejarían de esperarse. En relación al dólar el efecto es directo, uno no tiene que ser economista para saber que cuando sube el tipo de cambio y se tiene una deuda en dólares, se necesitará más soles para honrarla, por lo que su costo aumenta. O si se tiene un depósito en billetes verdes, una caída del precio del dólar hará que al final del plazo del depósito pueda comprarse menos soles que al inicio, independientemente de la tasa de interés que reditué el mismo. Además de afectar a los activos financieros (depósitos y créditos), el tipo de cambio afecta el precio de algunos bienes y servicios que compramos, aumentando la incertidumbre en las decisiones de compra y por extensión en las decisiones de quienes los venden.

El efecto de la bolsa para la mayoría de peruanos, a no ser que todos tengamos inversiones en ella, es indirecto y lo hace fundamentalmente a través de la actividad económica. Cuando la economía de un país esta creciendo se espera mayores utilidades de sus empresas y por tanto su valor, reflejado en el precio de sus acciones, debería ser mayor. Sin embargo, lo que realmente importa son las expectativas de las utilidades futuras. Si un político promete restringir la libertad del mercado, no sería difícil darse cuenta de cómo reaccionarán los mercados y cómo serán las utilidades futuras y el valor de sus acciones.

Es como cuando usted amenaza en bloquear las carreteras y aún así espera que los precios de los alimentos no suban, de modo similar, usted no debe esperar un estimulo a la inversión y al empleo cuando se amenaza al mercado. Por el contrario, si alguien fortalece el entorno empresarial es lógico suponer que el valor de las empresas y el atractivo de invertir en ellas aumente, originando mayor ingreso y más empleo. La dificultad del efecto positivo es que no solo es indirecto, sino que requiere de un plazo de tiempo para materializarse, es el descalce, entre la necesidad de resultados inmediatos y el largo plazo que requieren las políticas de desarrollo más sanas.

Usted podrá decir que lo expresado es rentista, pero recuerde que la utilidad es a la empresa lo que el aire es al ser humano, no es el objeto de nuestras vidas – no vivimos para respirar- pero sin ella no existiríamos. Análogamente, las empresas están aprendiendo a no “respirar” solo por utilidades – un concepto que recoge este planteamiento es el de la responsabilidad social empresarial-, pero no dejemos de reconocer que sin ellas no existirían.

Lo que sí deberíamos exigir a los gobernantes es que respiren con inhalador y eviten llevarnos al suicidio, propiciando cualquier irracionalidad que atente contra el equilibrio de la economía óptima, entre el mercado y la democracia, que países como Venezuela, Bolivia y recientemente Ecuador, no terminan por entender.

Por último, podríamos decir de algunos líderes políticos lo que el físico inglés Isaac Newton dijo: "Que le era más fácil calcular el movimiento de los cuerpos celestes que la locura de la gente", cuando vendió sus acciones de la Compañía del Mar del Sur en 1720 y antes de perder - en otro intento - 20,000 libras en la bolsa de valores de Londres.

Publicado en el Diario La Región el 14/02/2007
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MILAGROS INESPERADOS

Jagdish Bhagwati, prominente economista de la economía del desarrollo narra la conversación de dos economistas en relación al crecimiento económico; - en economía no existen los milagros-, ¿y qué me dices del milagro alemán?, - eso no fue un milagro, se debió al esfuerzo de los propios alemanes-, ¿Y qué del milagro japonés?, - eso tampoco fue un milagro, por que se debió a la creatividad de los japoneses-, ¿Y qué de los milagros de México y Brasil?, - bueno, esos si fueron verdaderos milagros.

¿Y el milagro de Perú?, desearíamos decir que tampoco se trata de un milagro, que las causas de su continuo crecimiento económico no se deben a algo ajeno y transitorio que no sea el esfuerzo y sacrificio permanente de los peruanos. Por lo que deberíamos de preguntarnos, ¿Cuánto del crecimiento económico actual se debe a factores estructurales o permanentes como las reformas; laboral, pensionario, educativo, judicial y administrativa del Estado?, y ¿Cuánto a factores externos y transitorios como el crecimiento de los Estados Unidos, la demanda China, los precios favorables de los commodities o la excesiva liquidez mundial?, desafortunadamente no lo podríamos saber sin un estudio econométrico serio y con mucha data.

Sin embargo, podríamos tener alguna orientación del grado de influencia de las reformas estructurales y de sus efectos en el crecimiento a través del estudio de Lora, E. y Barrera, F. (1997), elaborado para el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en el que se efectuó un análisis sistemático de los efectos de las reformas estructurales en el crecimiento económico permanente y transitorio para 19 países de la región entre 1985 y 1995, - después de todo, muchas de las reformas de Perú se diseñaron y ejecutaron en la década anterior, por lo que sus efectos en el crecimiento actual no deberían ser desdeñables - en el se estableció un impacto favorable sobre el crecimiento de las reformas estructurales, siendo una de sus principales conclusiones que las tasas de crecimiento fueron superiores al 2,3% en promedio en 1995 a consecuencia de las reformas.

Una de las razones por las que deberíamos preocuparnos de lograr un crecimiento económico sostenible basado en reformas de largo plazo es por la importancia de reducir la volatilidad de los mercados. Hace sólo unas horas – el martes 27/02/2007- el nerviosismo de los inversionistas de la bolsa de Shangai en China hizo saber al mundo que la economía es “casi” una sola, y que países con estructuras sólidas y flexibles pudieron registrar en sus mercados de valores una menor volatilidad.

El índice Dow Jones de New York cayó un 3% y el Ipsa de Santiago en un 4,97% frente al 9,3% de la bolsa de Shangai, el 6,63% del Bovespa de Sao Paulo y el 7,49% del Merval de Buenos Aires, denotando en estas últimas una mayor incertidumbre. Las explicaciones fueron diversas, desde una mayor supervisión bursátil de la bolsa de Shangai hasta las declaraciones del ex-presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan pronosticando una recesión en los Estados Unidos para fines del 2007, pasando desde luego por el atentado contra el vicepresidente estadounidense Dick Cheney. Lo cierto es que los mercados de valores más profundos, líquidos e innovadores de las economías más sólidas fueron menos vulnerables.

Pero un crecimiento económico basado en cambios estructurales no garantiza una adecuada distribución del ingreso, más aún cuando muchos sienten que su pobreza se ha agudizado. En el estudio de Skekely, M. y Hilgert, M., (1999) en el que se evalúa el impacto de las reformas de los 90s en América Latina, - medido a través del coeficiente Gini- Perú registró un incremento en el índice de desigualdad del ingreso. Por lo que toda reforma estructural también debería implicar la construcción de una red de protección social y una de redistribución de incentivos para hacer más equitativo el crecimiento.

Sin embargo, no cabe duda que las reformas estructurales de la década de los 90s son hoy el soporte de una economía más vigorosa. Si bien esas reformas que suelen denominarse de segunda generación fueron necesarias, estas no fueron suficientes. Hoy requerimos reformas de tercera generación como el fortalecimiento del poder de mercado que garantice una mayor competencia en la asignación eficiente de los recursos, una mejora en la calidad de la educación,  una mayor autonomía de los reguladores de mercado, una mayor flexibilidad del mercado laboral con un piso de derechos fundamentales y una reestructuración macroeconómica, sobretodo en materia fiscal, que haga más eficiente el gasto público y en la que se pueda medir sus resultados.

Por último, nada de esto garantiza un crecimiento perpetuo, sino preguntémonos por las crisis de 1997 del “milagro” asiático y de la continua deflación de la que viene saliendo el “milagro” Japonés. La verdad es – para desgracia de muchos- que en economía no hay milagros, y que nunca dejará de ser la ciencia lúgubre, por la sencilla razón de que en economía, como todo en la vida, no hay almuerzo gratis.

Publicado en el Diario la Región el 03/03/2007
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EL CORE BUSINESS

Cuando Ben Schneider, un alto ejecutivo peruano, menciona “....resulta indispensable y de la mayor importancia que los ejecutivos ponderen cuidadosamente cuáles de las actividades de su organización son realmente aquellas que le permiten a esta crear un valor único y qué actividades de las administradas por ellos podrían ser llevadas a cabo más eficientemente por un operador externo especializado”, esta revelando un principio que la globalización mundial ha terminado por validar como uno de los pilares del éxito de las organizaciones públicas o privadas.

Hace unos años fuimos testigos de este principio cuando una empresa decidió concentrarse en lo que sabía hacer, que era la esencia de su existencia en el mercado, el extraer y procesar mineral. A esa fecha la organización realizaba actividades que no formaban parte de su core business (negocio principal) o labor distintiva. La vivienda, el recojo de basura, el servicio de agua y de electrificación, la enseñanza escolar, los juegos de recreación, el abastecimiento de bienes comestibles y hasta el corte de cabello, fueron sólo algunas de sus actividades no distintivas ajenas a las que generaban directamente valor. Algunos sostendrán que las actividades reseñadas participan indirectamente en elevar la productividad del trabajador al despreocuparlos y concentrarlos en su trabajo, pero no cabe la menor duda que estas pudieron ser ofertadas por organizaciones especializadas en el área.

Todo cambió cuando se redefinió el derecho de propiedad. La metáfora de los perros que ladran de Hernando De Soto nos permite aclarar este otro principio; cuenta que cuando paseaba por los arrozales de Bali, en Indonesia, no tenía la menor idea de dónde quedaban los límites de cada propiedad, pero para sorpresa de él los perros si lo sabían, “cada vez que cruzaba de una propiedad a otra ladraba un perro distinto. Esos perros indonesios pueden no saber nada de leyes formales, pero sabían con certeza qué terreno pertenecía a sus amos”, sostiene De Soto.

Fue precisamente lo que sucedió, con cada uno de los trabajadores y sus familias que disfrutaban de servicios generados por activos - como la vivienda - que no eran de su propiedad y por tanto no tenían la necesidad de agregarle valor. Sin embargo, cuando esta empresa identificó su core business y transfirió la propiedad de estos activos a sus trabajadores y a otros operadores especializados mejoró no sólo su desempeño sino también la gestión de esos servicios. Pasaron de ser activos para la empresa a capital y riqueza para sus poseedores, ahora dueños.

Pero no fue suficiente la transferencia de activos, tuvo que añadírsele algo, el deseo de aumentar valor, o en palabras de De Soto “....debemos dejar de mirar a nuestros activos como lo que son, y empezar a pensar en ellos como lo que podrían ser. Requiere un proceso de fijación del potencial económico del activo en una forma en la que puede ser empleado para iniciar una producción adicional”. Eso revolucionó el rendimiento, la empresa fue más productiva y los nuevos propietarios más ricos por que añadieron valor a sus nuevos activos.

Valor que usted puede observar visitando el lugar, me estoy refiriendo al ex-campamento minero del puerto de ILO al sur de Perú, cuyos activos antes pertenecían a la empresa minera, ahora a sus trabajadores; edificios nuevos y de mayor metraje, calles pavimentadas, mejores áreas de recreación y conexiones domiciliarias nuevas de agua y energía, son sólo parte de ese nuevo valor. En resumen, fue la mano invisible de Adam Smith – en el que el interés del beneficio propio, el centrarse en su core business, es empujado como por una mano invisible a lograr el bien común, aun cuando no fuera esa su intención -, la que logró que la sociedad fuera mucho más eficiente al distribuir mejor sus recursos escasos, es decir, las empresas bajo libertad económica son mejores benefactores sociales que el Estado. Resulta difícil entender como este viejo postulado de Smith aún no termina por calar en quienes administran los recursos públicos, quizás se deba a que no entienden que este principio no es de exclusividad de los privados, es sorprendente como algunas organizaciones públicas aún no identifican su core business o sus actividades distintivas, y al no hacerlo son causantes del despilfarro de recursos que son de propiedad de la nación y que por cierto parecen no reconocer que son escasos.

Basta con observar el alto costo de oportunidad que la sociedad está pagando por administrar activos improductivos resultantes del desarrollo de actividades no distintivas, desde los mal llamados “elefantes blancos” que por su mantenimiento en vez de añadir valor lo disminuyen hasta activos que añadiendo valor no lo hacen de forma eficiente como lo haría un operador especializado. Los ejemplos son muchos, nuestra sociedad esta empedrada de ellos, pero lo concreto es que este tipo de activos solo generan pasivos, es decir, son sumas que restan.

Publicado en el Diario La Región el 25/03/2007
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LA RESPONSABILIDAD SOCIAL

Peter F. Drucker – uno de los grandes gurús de la gerencia moderna - narra que cuando los Estados Unidos participaba en 1943 en la segunda guerra mundial, el más conspicuo de sus lideres sindicales de la actividad del Carbón, Jhon L. Lewis, decretó una huelga nacional por mejoras remunerativas, era poco creíble que un ciudadano norteamericano bloqueará el suministro del carbón - combustible que se utilizaba como insumo para la elaboración de material de guerra -, cuando soldados estadounidenses caían en el campo de batalla.

Hasta el día de su muerte, Jhon L. Lewis justificó su actitud con la misma razón que adujo cuando se negó a la solicitud del Presidente Franklin D. Roosevelt de levantar la huelga, él dijo: “Al presidente Roosevelt le pagan para que vele por el interés nacional, a mí me pagan para que vele por los intereses de los mineros”, a pesar del triunfo de Lewis, el pueblo estadounidense nunca terminó por entender sus razones.

En nuestra sociedad, algunos políticos y hombres de negocios al igual que Jhon L. Lewis anteponen el interés individual o sectorial al de la nación, cruzan la delgada línea roja de la ética del derecho de otras personas cuando termina el suyo. Desafortunadamente, en las escuelas y en las universidades sólo se nos enseña a identificar – en una relación abuso contra derecho - si es ético o no participar en un fraude o en un robo. No se nos enseña, por el contrario, a evaluar si es ético – en una relación derecho contra derecho - anteponer el egoísmo individual al de los demás. ¿Será superior el derecho de las organizaciones sindicales o grupos de poder al derecho de la nación a la estabilidad política?.

Queda claro que en épocas de guerra y de grave crisis la respuesta al orden de prelación es la nación sobre cualquier otra organización particular. Sin embargo, la actitud es algo difusa en tiempos menos turbulentos o de paz. ¿Cómo debemos afrontar este dilema?, haciendo que nuestras organizaciones sean socialmente responsables. Todas las organizaciones deben tener como primera responsabilidad el rendimiento – hipótesis magníficamente desarrollada por Drucker -, una empresa es responsable si maximiza sus utilidades, una escuela lo es si maximiza el rendimiento escolar, y la propia iglesia deberá maximizar el rendimiento de lograr la paz espiritual de sus feligreses, no hacerlo así, es una irresponsabilidad al desperdiciar los recursos de la sociedad.

La maximización de la responsabilidad del rendimiento conduce a las organizaciones a la división del trabajo, a la especialización y a la productividad, pero no es la única responsabilidad, aunque sí la más importante. Las organizaciones empresariales deberán de ser responsables - además de crear valor económico - de no ocasionar o minimizar el perjuicio ambiental o marginal, y la escuela deberá velar por la integración del educando en su seno familiar y en la sociedad, y no sólo por su rendimiento escolar. Es decir, no se puede maximizar el rendimiento sin valorar los costos marginales de la convivencia.

Pero, ¿Por qué es tan difícil ser socialmente responsable?, una de las razones se debe al mito de que todo debe ser medido racionalmente por la relación beneficio / costo (B/C). Cuando usted tira una cáscara de plátano en la vía pública, probablemente su relación B/C le favorezca, no tendrá que caminar con ella hasta encontrar un tacho de basura, podrá evitarse no sólo la búsqueda, el traslado, el mal olor y hasta la vergüenza de llevar un desecho, es muy simple, sabiendo lo que se puede ahorrar. Si usted hace eso, está siendo muy racional, es decir, no es lo suficientemente estúpido como para atentar contra su propio Interés.

Este comportamiento que a todas luces no es socialmente responsable, es alimentado por una elite profesional – en su mayoría economistas - que no han sabido comprender que la relación B/C es un instrumento de eficacia económica, y solo eso, no es, y nunca será el único criterio de decisión. Sin embargo, hasta que no adoptemos el enfoque de criterios múltiples de acompañar a la eficiencia y eficacia económica con equidad social, tendremos no solo a uno que arroje una cáscara de plátano, sino a muchos que sientan que sus derechos valen más que los de la sociedad donde viven.

Por último, la razón más importante para explicar la irresponsabilidad social de algunos lideres de organizaciones – argumento de Francis Fukuyama para explicar la insuficiencia de capital social - tiene que ver con la virtud de la lealtad y del amor filial del confucianismo ortodoxo chino, que suele priorizar dentro de otras relaciones, la de padre e hijo. Relación que también se observa en nuestras sociedades latinas, sociedades con alta dosis de familismo, en el que principios éticos como la lealtad, la benevolencia y la caridad, sólo es profesada en el interior del seno familiar, y muy difícilmente fuera de ésta. Cuentan que en una oportunidad el rey de un estado vecino le hace ver a confucio la lealtad de sus súbditos, diciéndole: “En mi país, cuando un hijo observa que su padre esta robando, inmediatamente acude a las autoridades a denunciarlo”, a lo que confucio respondió, “En mi país, la lealtad de un hijo hacia su padre hace difícil que lo denuncie”.

Esta virtud fue trastocada cuando el confucianismo fue exportado a Japón. Allí, el concepto de lealtad cambió, de ser una virtud que involucraba solo al individuo paso a hacer una virtud social, en la que la persona veía la lealtad no hacía él o a los suyos, sino hacía su señor o jefe - como lo haría un samurai -, y por extensión hacia el Estado.

En la actualidad, el concepto contemporáneo de lealtad en Japón puede verse en la relación de un trabajador con su empleador, con el que estaría dispuesto a pasar libremente muchas horas de trabajo, a costa de menos horas de disfrute de su hogar, no por que se lo exija su contrato, sino por que a interiorizado esa virtud en su bagaje cultural, como lo haría aquel que tiene por costumbre tirar la cáscara de plátano. Es absurdo dentro de esta filosofía de vida, solicitarle a los lideres de las organizaciones políticas de nuestro país a inmolarse – como lo hicieron los KamiKases en la segunda guerra mundial – en beneficio del interés nacional, cuando no son capaces ni siquiera de construir y respetar la agenda de un acuerdo nacional.

Publicado en el Diario La Región el 14/03/2007
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