Hace
unas semanas leía el siguiente artículo en el diario El Comercio, “El Sector
Microfinanciero en el Perú”1, en el que su autor esgrimía las consecuencias
de la competencia que se observa en el sector, cuando afirmaba, entre otras
cosas, lo siguiente: “La mayor competencia también se ve reflejada en una
disminución de las tasas activas cobradas a los clientes (sin necesariamente
una reducción de tasas pasivas para contrarrestar el efecto). Esto, en general,
ha llevado a menores rentabilidades patrimoniales de las instituciones
microfinancieras en comparación con hace algunos años y que hace a algunos
jugadores no sostenibles”.
Continuó
argumentando: “En España, por ejemplo, solo entre el 2009 y el 2013 se redujo
el número de Cajas de
Ahorro y Crédito de 45 a 11, trayendo consigo mejoras
importantes de eficiencia, en la diversificación de carteras y, por tanto, en [el]
perfil de riesgo, así como mayor facilidad en el acceso a capital para
fortalecer los balances. El sector microfinanciero en el Perú aún
está compuesto por más de 30 entidades microfinancieras no bancarias y algunos
expertos opinan que debería tener solo alrededor de 10”.
Veamos
cómo esclarecemos lo publicado con ayuda del análisis microeconómico, lo
primero que debemos saber es que una empresa, sea financiera o de otra índole,
es una institución que combina factores de producción (Tierra, Trabajo, Capital
y Habilidad Empresarial) por los cuáles incurre en costos, y los utiliza para
producir y vender bienes o servicios, sobre los que obtiene ingresos, los
cuales deben ser superiores a sus costos para generar utilidades, porque de lo
contrario se generarán pérdidas.
Lo
particular de una entidad financiera, es que canaliza los ahorros o excedentes de
los agentes superavitarios hacia aquellos otros agentes deficitarios que tienen
necesidades de financiamiento o de crédito. Por esta intermediación cobran un
precio, que constituye la base de sus ingresos en forma de intereses, y que se denomina
Tasa Activa de Interés (TAI). Asimismo, también incurren en costos, como los
operativos, precisamente por la administración de esos excedentes, pero además
deben pagarse intereses a quienes ahorran, por el sacrificio de postergar su
consumo, estos intereses se calculan aplicando a los depósitos un porcentaje o
precio, que se denomina Tasa Pasiva de Interés (TPI).
La
intermediación financiera descrita, es la esencia del mercado crediticio, donde
se establece un equilibrio de los fondos prestables, cuando el Ingreso Marginal
(IMg), que se deriva de la curva de Demanda de Créditos (DR), es igual al Costo
Marginal (CMg), que es también la curva de Oferta de Créditos (OC). La manera
de cómo se consigue este equilibrio, es determinado por la forma o estructura de
cómo está organizado el mercado, en cuanto a la cantidad de ofertantes y
demandantes que operan a su interior, y a la relación de poder, sobre la
determinación del precio, que surja de la interacción de estos, que para el
caso que se analiza es de competencia monopolística, un modelo de estructura de mercado donde las empresas, haciendo frente a las barreras existentes, son libres de entrar y salir del sector, como se verá más
adelante, y que se representa en la figura Nº 1.
Observe que el nivel de crédito donde se maximizan las utilidades se logra cuando el
IMg = CMg, estableciéndose seguidamente una TAI sobre la curva de demanda DR
que enfrenta una entidad en particular. Ahora, para entender cómo se determina
la TPI, debemos deducir que la curva de Oferta de Fondos (OF) es producto de
los depósitos (OD) que acoge la entidad y de sus costos operativos, la cual a través del proceso de creación de
medios de pago - magnificado por el multiplicador bancario, que a su vez depende
inversamente de la tasa de encaje y de la preferencia por liquidez -, se convierte en la curva de Oferta de Crédito (OC), aumentando la capacidad de oferta
de financiamiento de la entidad y en consecuencia reduciendo la TPI - como
nos lo hace saber el Profesor Ph.D. César A. Ferrari de la Pontificia
Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia -, que es también como dijimos su CMg, además de incluir, por la capacidad que
tienen las entidades financieras, los adeudos, una clase de pasivos
distintos a los depósitos del público.
Continuando
con el razonamiento y con la finalidad de simplificar el análisis para entender
la estructura de mercado del sector microfinanciero, diremos que todas las
entidades que conforman este sector regulado y no bancario, tienen una función
de producción muy semejante, en cuanto a objetivos que persiguen y a
estrategias que adoptan. Entendamos una función de producción como una relación
entre las distintas combinaciones de los factores de producción y el volumen de
producción que se pueda obtener.
Por
tanto, como lo sostiene el profesor Michael Parkin de la University of Western
Ontario, en Canadá, la forma de cómo se combinan los factores de producción
para obtener un determinado volumen de producción nos lleva a dos conceptos de
eficiencia: La eficiencia tecnológica,
que ocurre cuando una empresa obtiene su producción de bienes o servicios
utilizando la menor cantidad de estos factores o recursos, y la eficiencia económica, que ocurre cuando
una empresa obtiene su producción de bienes o servicios al menor costo posible.
Para el profesor Parkin, el método económicamente
eficiente, es aquel que utiliza la menor cantidad de recursos más costosos
y la mayor cantidad de recursos menos costosos, afirmando: “Cuando las empresas
no son económicamente eficientes, no maximizan sus beneficios. La selección
natural favorece a las empresas eficientes y se opone a las ineficientes; a la
larga, estas últimas dejan de operar o son compradas por empresas con menores
costos”.
Infortunadamente, algunas instituciones de microfinanzas (IMFs), dentro de un contexto variado de
competidores, fundamentalmente financieras y bancos, son mayormente ineficientes tecnológica y económicamente, porque usan
los recursos en mayor cantidad, por
ejemplo el factor trabajo, debido a un modelo de gestión que por su propia naturaleza descansa en la
utilización de mucha mano de obra, como analistas de créditos y auxiliares de
operaciones, con toda la rigidez laboral que esto supone en Perú, pero tampoco son
eficientes al continuar utilizando metodologías y
prácticas tradicionales y costosas de
evaluación del riesgo crediticio y atención al cliente, es decir,
utilizan mucha cantidad de recursos costosos, configurando una función de
producción menos eficiente y por extensión una función de costos medios totales
(CMeT) más altos, en relación a otros competidores como el sector bancario, que por
sus buenas prácticas de gobierno, curvas de aprendizaje, productividad y
solvencia, son más eficientes.
Ahora, imagine
usted que es contratado para ocupar la gerencia de una IMFs y toma conocimiento
que en el mercado hay un buen número de competidores, sin constituir un mercado
de competencia perfecta, lo que lo hace un mercado fragmentado, es decir, donde
cada empresa en el corto plazo participa con una cuota del
total de la industria, y que la demanda residual capturada (DR), que hace posible sostener ese nivel de participación en el sector, es producto de
la diferenciación en precio, calidad y actividades de marketing,
características que configuran un modelo de estructura de mercado de competencia
monopolística, como se presentó en la figura Nº 1, en el que se muestra un
escenario de ganancias, debido a una adecuada gestión de costos o una apropiada estrategia de comercialización. Sin embargo, usted sabe que no todas las IMFs son
gestionadas con el mismo grado de eficiencia, por lo que intuye que alguna IMFs
podría estar inmerso en un escenario nada favorable, en donde este registrando pérdidas, como en la figura Nº 2, por las razones expuestas, costos medios elevados o una menor cuota de participación.
Por último, considere una reducción de la demanda residual que enfrenta
la IMFs, quizás por una deficiente gestión de los recursos de la entidad ante una incapacidad de adaptación a las nuevas exigencias del mercado, de tal modo que tanto su curva DR como la del IMg se desplacen a la izquierda, como en la figura Nº 3, determinando un nivel menor de utilidades, como lo testifica el cuadrante amarillo de menor área que el celeste original. Si además, suponemos un
aumento de la demanda relativa de mercado (DM) en un contexto de crecimiento económico, hará que esta curva se desplace a la
derecha, configurando un escenario atractivo para que entren nuevos competidores o se fortalezca la rivalidad existente para ocupar este vacío, presionando a la baja los márgenes de rentabilidad, si a esto se le
suma una gestión que lleva los costos medios al cielo en términos relativos a la demanda que enfrenta, no habrá forma de
evitar que suceda lo de las Cajas de Ahorro y Crédito de España, donde sólo las
mejores gestionadas y con solvencia patrimonial fueron las que quedaron.
1En este link pueden leer el artículo citado, http://elcomercio.pe/economia/opinion/sector-microfinanciero-peru-nicolas-oberrath-noticia-1850659
© Copyright, este artículo puede ser distribuido libremente, siempre y cuando, se cite al autor.
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