En
el último partido de la selección de fútbol ¿Se percató usted de que algunos de
los aficionados prefieren observar el juego estando de pie?, quienes lo hacen sostienen
que así lo pueden ver mejor, pero que si todos los aficionados hicieran exactamente
lo mismo, tenga la plena seguridad de que la visión del juego definitivamente no
mejorará para nadie. Sin embargo, sostener que siempre se estará en mejor posición estando de pie es caer en lo que los lógicos llaman la falacia de
la composición, que se presenta cuando se cree que lo que es cierto para una de
las partes es necesariamente cierto, sólo por esa razón, para todos, o a la
inversa, lo que puede ser cierto para todos es necesariamente cierto, solo por
esa razón, para las partes.
Esta
falacia o falsedad es muy común en economía y debe evitarse, otro ejemplo, es
cuando algún agente económico en época de crisis económica decide que la mejor defensa
es ahorrar, y puede que no le falte razón, que mejor que el ahorro ante una
perspectiva de mucha incertidumbre. Sin embargo, si todo el mundo ahorraría, incluso los agentes productivos, es
decir, no gastar ni en consumo ni en inversión, el crecimiento económico decaería por menor demanda o mayor oferta, y a
mediano plazo también disminuirían los precios, el empleo y los ingresos de las personas,
y en consecuencia también el ahorro que depende del ingreso, que ahora es
menor, precisamente por la crisis. En suma, quienes planearon ahorrar en un
inicio es probable que no lo logren como parte de un todo; lo que es aparentemente cierto
para un agente no necesariamente es cierto para todos.
De
igual manera, creer que la tarifa del agua deba ser baja para mejorar el
bienestar de pocos no necesariamente lleva a mejorar el bienestar de todos. La
razón es económica, y tiene que ver fundamentalmente con dos de las funciones
de los precios o tarifas, que es el de transmitir
información y el de proveer incentivos, brillantemente expuesta por el
profesor Milton Friedman de la Universidad de Chicago y Premio Nobel de
Economía en 1976, en su clásico libro “La Libertad de Elegir”, escrito
conjuntamente con su también brillante esposa, Rose Friedman.
Veamos
cómo funciona, suponga una situación de ausencia de lluvias, con estragos severos
sobre la dotación de agua potable a la ciudad, es de suponerse, a consecuencia
de la sequía que la poca agua que se ofrezca deba subir de precio, por el principio de la escasez relativa, que
dice que las cosas se valoran según su grado de escasez. En consecuencia, al
ser escasa el agua se estará dispuesto a pagar un precio más alto - o al contrario,
cuanto menos se valore algo, por su abundancia, se estará dispuesto a pagar
menos - induciendo a un uso más eficiente del bien, precisamente porque es
escaso. Si
esto no lo convence, piense que le sucederá al precio del agua embotellada en este
mismo entorno, también subiría, porque la gente acudiría a comprarla
masivamente para sustituir el agua que no llega por las tuberías. Es decir,
precios más altos están informando al mercado de que el bien es escaso, y que
debe ser valorado como tal.
Ahora, ¿Qué
cree que pase si una decisión política impide que los precios suban?, asuma por ejemplo que se activa un dispositivo legal que congela
las tarifas. Un efecto inmediato es que quienes están dispuestos a pagar un
precio más alto, es decir, los que valoran más el agua, se beneficiarán, pues
tendrían una ganancia entre lo que estuvieron dispuesto a pagar y lo que
realmente pagan, a esta diferencia los economistas la llamamos excedente del consumidor. Además,
el congelamiento de precios también involucra al productor de agua, quien debería recibir un precio más alto en relación a su costo si se dejara que suba la tarifa, este es el excedente del productor,
pero al no ser así, tendrá una pérdida económica igual a la diferencia entre lo que
podría haber recibido si la tarifa fuera más alta y lo que realmente recibe por el congelamiento de la misma.
En
resumen, lo que está sucediendo es que la ganancia del excedente del consumidor
es la pérdida del excedente del productor, con lo cual se distorsionan los
incentivos para el consumo y la producción de agua. El consumidor preferirá dejar
el caño abierto, regar continuamente su jardín y bañar a su mascota tres veces
al día, porque lo que le cobran no refleja lo que está dispuesto a pagar por
hacerse del bien, y el productor no tendrá los incentivos para mejorar su
servicio, porque lo que recibe no refleja la tarifa real del bien, es probable entonces
que no realice las inversiones suficientes para mantener el servicio de forma adecuada, porque su costo de oportunidad es relativamente alto.
¿Cómo
distribuir un recurso como el agua que los consumidores no valoran y que los
productores no satisfacen a plenitud?, como lo hemos venido sufriendo desde que
uno tiene uso de razón, a través del racionamiento del servicio por horas.
Prueba de ello son los tanques de almacenamiento que podemos observar en las azoteas
de las casas, y más aún cuando prestamos atención al tránsito de las cisternas
de agua dirigiéndose a las zonas más alejadas de la ciudad, donde un poblador
termina pagando más por metro cúbico de agua de lo que paga un residente de una
zona más céntrica.
Creer
que el agua por ser un elemento fundamental para la vida no pueda ser
administrada eficientemente como un bien cualquiera, está totalmente equivocado,
sino observe la multa de un poco más de US$.5 Millones de dólares impuesta a la
empresa privada Aguas Andinas de Chile, en compensación a los consumidores por no
haberles comunicado oportunamente los cortes del servicio durante el verano
pasado, a quienes compensará con unos $4,000 pesos y que estarán incluidos en
sus próximos recibos.
Por último, quienes crean que mejoran su bienestar al no aceptar que la tarifa del agua recoja el valor que la sociedad está dispuesta a darle, es porque está cayendo en una falacia, el de recibir una dotación en menor cantidad y calidad que probablemente el mercado satisfaga mejor, al igual que aquellos que no tienen los argumentos suficientes y fuertes para defender sus decisiones.
Publicado en el Diario La Prensa de Moquegua el 02/05/2013. Este artículo fue actualizado.
© Copyright, este artículo puede ser distribuido libremente, siempre y cuando, se cite al autor.
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